miércoles, 25 de febrero de 2015

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Por qué hemos abandonado ya nuestros propósitos para el 2015

Todos los años comenzamos con las pilas puestas: los gimnasios y las academias de idiomas hacen su agosto. Sobre todo si estás tan motivad@ que crees firmemente que este año que vas a ir todos los días y firmas el pack de 12 meses. Pero ha vuelto a pasar. Aún no termina febrero y ya hace semanas que no apareces por allí. Te has rendido. Mucho esfuerzo, ¿no? Nos pasa a todos, no te fustigues. Nos marcamos una meta y en dos días ya no estamos haciendo nada para conseguirlo.   


Lo sabes, pero estoy aquí para recordártelo: sea lo que sea que quieras conseguir, no te va a llover del cieloPerder peso, ponerte en forma, activar tu vida social, aprender a cocinar, comer más fruta, ir a nadar, hacerte vegetarian@, ir en bici a trabajar... Esto vale para cualquier cosa que te propongas.


Si aún viviéramos en contacto con la naturaleza y continuáramos plantando nuestros propios alimentos probablemente tendríamos más presente cómo funciona la vida. 


Recordemos: antes de nada debemos preparar la tierra donde vamos a sembrar, elegiremos las semillas de lo que queremos obtener, sembraremos, iremos cuidando nuestro cultivo con el agua y la temperatura adecuadas, y poco a poco irá naciendo lo que hemos sembrado hasta que esté listo y podamos cosechar unos tomates (por ejemplo) maravillosos. A grandes rasgos así es, ¿no? 


Bien. Vamos a analizar algunas cosas que cuando plantamos en nuestra huerta no nos hacen desesperar y sin embargo en la vida sí. 
  • Plantamos hoy. Por lo tanto no recogemos hoy, ni mañana, ni al siguiente. Recogemos cuando esté listo. Probablemente dentro de algunas semanas, o meses. En la vida igual. No desesperes, no pierdas la paciencia. Que no pase nada cuando empiezas a cambiar algo no quiere decir que no esté cambiando nada. Es que todo lleva su tiempo. 
  • Hemos sembrado 50 plantas. ¿Recoges 50? No. Algunas semillas se las llevará el viento, otras se las comerán los pájaros, a otras les da demasiado la sombra y no brotarán... Incluso es posible que a toda tu plantación (pequeña o grande) les ataque una plaga y se malogre entera. ¿Quiere eso decir que no volverás a cultivar nada? Más bien quiere decir que son cosas que pasan, que tendrás que tomar precauciones para evitar que la próxima vez vuelva a suceder lo mismo y que seguirás intentándolo. 
  • Después de todos tus cuidados, todavía es posible que llegue una fuerte granizada o una helada inesperada en primavera y se vuelva a estropear tu cosecha, una vez que estaba ya casi madura. ¿Podías haberlo previsto? Probablemente no. ¿Es culpa tuya? Desde luego que no. ¿Has obtenido algo de lo sembrado? Nada. ¿Es justo? Probablemente no. ¿Y bien? No queda más que aceptar que ha pasado así, no culpar a nadie y comenzar de nuevo el proceso. 

Creo que has entendido perfectamente la metáfora ;) pero aún así permíteme los últimos comentarios:
  • Igual que antes de sembrar nos aseguramos de que la tierra está en condiciones (y si no lo está ponemos las medidas necesarias para que lo esté) también debemos prepararnos nosotros para un cambio. Debemos hacernos a la idea, estar convencidos de que nos va a llevar sacrificios y mucho trabajo y estar dispuestos y deseando hacerlo. Después de todo, nuestra meta lo merece, ¿verdad?
  • No pierdas nunca la paciencia ni la fe en que vas a lograrlo. No va a ser hoy ni mañana. Depende de lo que sea lo que te propones es posible que no veas un progreso a corto plazo. Asúmelo y da por hecho que aunque no puedas verlo, el proceso está en curso. Si tú pones todo lo necesario por tu parte va a terminar pasando. Pero asegúrate de que estás haciéndolo todo: abonar la tierra, sembrar la semilla correcta, en el lugar correcto, de la manera correcta, regar lo necesario, no demasiado... 
  • Asume que puedes no conseguirlo a la primera. Puede que surjan cosas que no habías contemplado. No lo tomes como una derrota, ni dejes que te desanime. Es todo parte del proceso. Mantén tus ganas de conseguir tu premio al 100% y aprende de lo que ha pasado. Y simplemente continúa. 

Te recomiendo que saques un rato para leer La Buena Suerte, de Álex Rovira y Fernando Trías de Bes que, con un sencillo cuento de caballeros en un reino, ilustra de manera genial que la buena suerte, como tal, no existe, que hay que salir a buscarla, mediante el esfuerzo y trabajo por llegar a un objetivo. Lo vas a leer en una tarde y realmente es de los que pueden cambiar tu vida. 


Vuelve a sacar tus zapatillas del armario, tus libros de inglés, tu bici del garaje (o lo que tú te propusiste hace un par de meses), vuelve a pensar en lo que quieres conseguir, hazte un plan con lo que necesitas hacer para que eso pase, y ¡que no te pare nada! Oblígate. Bye bye pereza. Pon toda la carne en el asador para conseguir lo que quieres. Habrá dificultades. Pero vencerlas depende de ti. 




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