lunes, 16 de febrero de 2015

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Saca la lengua a los problemas



La mayoría de nuestros “problemas” del día a día que nos quitan el sueño acaban solucionándose solos. O no pasando nunca. Nos agobiamos dándole vueltas a nimiedades de las que hacemos un mundo. ¡Ojo! Que hay situaciones que sí deben preocuparnos; me refiero a los pequeños “asuntillos” que a la mayoría de la gente nos vuelven locos. Léase:

  • Tengo que organizar una cena con compañeros de trabajo y sé que haga lo que haga criticarán el sitio que elija. O el menú. O el precio. O cualquier otra cosa.
  • El niño ha traído malas notas.
  • He discutido con un vecino en la última reunión de la comunidad y cada vez que me cruzo con él me tenso.
  • Me han surgido diferentes planes para el fin de semana y no sé cómo elegir la opción que más me convence y rechazar el resto sin que nadie se moleste. 

Puedo hacer una lista mil veces más larga, pero creo que has pillado la idea. ¿Alguna de estas situaciones merece que perdamos más de dos minutos en ellas? Más bien creo que deberíamos poder decidir qué hacer y hacerlo. Sin más. Puede que nos lleve un poco más de tiempo o necesitemos dejar reposar un poco el tema antes de tomar ninguna decisión. De acuerdo. Pero nada de enfocarlo como si fuera un problema porque no lo es. Tienes un par de cosillas en la cabeza. Y ya está. Sigue con tu vida. ¿Tenemos que recordar que cada día que pasa no va a volver? ¿Nos merece la pena malgastarlos así? Yo creo que no.


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